5 razones para tener ollas y sartenes de hierro fundido
Más que una moda, las sartenes y ollas de hierro fundido vuelven a ocupar protagonismo en cocina. Estas cinco razones bastan para preferirlas sobre las demás.


Todo cocinero que se respete sabe que las sartenes y ollas de hierro fundido son el non plus ultra de los implementos de cocina. Son compañeras eternas, que requieren mínimo cuidado, sirven para hacer prácticamente todo y además son hermosas y embellecen todo lo que se cocina en ellas. Pero, ¿son realmente mejores que las de teflón o de acero inoxidable? ¿Son funcionales en una cocina moderna? ¿Las puedes meter al horno? Veamos cuáles son sus ventajas.
1. Son "eternas"
Realmente lo son. Si las tienen, formarán parte de tu familia y del capital que heredarán tus descendientes (no es broma). Fueron fabricadas para resistir temperaturas extremas y jamas se van a deformar o quebrar. Muchas de ellas están hechas de una sola pieza, por lo que no tienen por dónde debilitarse. Así de duraderas son, por eso, vale la pena pagar lo que cuestan.

2. Son antiadherentes y a la vez resistentes
No se les pega nada y no se rayan, así que puedes usar espátulas de metal, a diferencia de las de teflón, que requieren de muchos cuidados. Eso sí, solo debes conservar su capa protectora —una película de grasa con la que suelen venir— evitando usar jabón al lavarlas.

3. Requieren poco mantenimiento
Hay algunas reglas de oro para el cuidado del hierro fundido: Básicamente, como ya dijimos, nunca lavar con jabón (para no arruinar su capa protectora) y limpiarlas solo con agua caliente y papel toalla en cuanto se enfríen. Incluso si, por falta de uso, terminan oxidadas o "malaspectosas", siempre las podrás rescatar con una esponja, agua, aceite y fuego. Esponja para remover los restos, agua para enguagarla, y aceite y fuego para curarla una vez limpia y formar una nueva capa protectora. El resto es usarla y usarla siempre.
Las esmaltadas, en cambio, no requieren curarse y tampoco se van a oxidar. Solo hay que cuidar de que no se quemen o caigan, porque pueden perder su capa de esmalte, esa porcelana que las cubre y las hace tan hermosas.

4. Mantienen la temperatura
Más que un gran conductor de temperatura, el hierro fundido retiene la temperatura, lo que lo hace ideal para cocciones largas pues permite cocinar mejor y con menos energía. Eso sí, hay que tener cuidado de no coger las ollas y sartenes con las manos desprotegidas, ya que la quemadura puede ser memorable.

5. Son multiusos
Con estas sartenes y ollas puedes hacer prácticamente todo, desde freír tocino o unas hamburguesas, hasta un crocante tacu tacu; un pollo doradito a la parrilla o directo en las brasas; paellas e incluso, panes y pizzas al horno. Si algo no se puede hacer quizás sea el saltado, ya que pesa demasiado como para ejecutar esa técnica con comodidad. En las de hierro fundido crudo es preferible no cocinar platos ácidos, como salsa de tomate, porque la acidez es enemiga de su capa de grasa; mientras que en las esmaltadas esto no es problema.

¿Algún contra a tener en cuenta?
Su calentamiento puede demorar algunos minutos por lo que no son tan prácticas si estás apurado. Además, debes manipularlas con mucho cuidado pues son bastante pesadas y, si se te caen, además de quemaduras, podrían dañar alguna superficie, como el vidrio de las cocinas eléctricas. Finalmente, pueden ser más caras que las ollas comunes, pero definitivamente pasan la prueba del costo/beneficio.
Así que, si tienes la oportunidad de comprar una olla o sartén de hierro, o te la ofrecen de regalo, incluso si la ves abandonada, oxidada y mugrienta; no dudes que revivirá fácilmente y te dará mucha felicidad en la cocina. Palabra de cocinero.

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