Callao: ruta gastronómica y huariques
Un paseo por el primer puerto del Perú, con sus famosos huariques y restaurantes. Sabor a mar y tradición chalaca.
En el Callao conviven los restaurantes gourmet con los huariques, así que este recorrido seguirá ese principio tan chalaco de convivencia. Para arrancar recomendamos el pan con chicharrón del mercado del Callao pase por el stand del popular “chino” del mercado, pero no cualquiera, vaya al que está más cerca de las juguerías: Siam Li. Ese es el bravo. Te darás cuenta porque es el que para lleno. El precio juega a su favor. Si vas con un ánimo más ligero, puede dirigirse a Callao Monumental, en el centro histórico chalaco, una valiosa apuesta de rescate arquitectónico, artístico y cultural en el primer puerto. Ofrece una ruta del sabor variada y adecuada siguiendo este principio de convivencia.
Otra opción es iniciar el recorrido en la plaza Grau. Las alternativas son varias, pero si no comienza con el caldo de choros de Rovira, su experiencia chalaca empieza mal. Aunque este paralelo chalaco del Queirolo limeño se ha vuelto famoso por su pan con pejerrey, creemos que hay más alternativas. Recomendamos que en Rovira solo pruebe el caldo de choros y guarde el pan para el lonche, para el final de su recorrido, en el Giuseppe o El Galeón de La Punta, donde hay ofertas de pan con chimbombo: pejerrey, huevera o combinado.
Callao Monumental ofrece una variada oferta gastronómica.Después de probar el de huevera en el Giuseppe, se lamentará no haberlo conocido antes. En el medio de estos dos puntos, caminando hacia Chucuito, hay ofertas para todos los bolsillos. Si prefiere algo más fino, no dude en ir a Cabos, frente al Real Felipe. La vista del puerto favorece la sobremesa, para bajar los platos de fusión mediterránea, que son los más recomendables.
Hace unos años abrió un hotel de lujo en Chucuito, en la avenida Gamarra, el Seamen's Club, que ha recuperado la arquitectura de una casona hermosa y Callao Monumental ofrece una variada oferta gastronómica, así como galarías y otros atractivos.. BAP Abtao, un submarino museo emblemático. Plaza Grau, un buen punto de inicio para recorrer el Callao., tiene un restaurante para aplaudir. Es ideal para pasar un fin de semana romántico o en familia.
Ya en La Punta, dos restaurantes ofrecen la misma experiencia que combina paisajística con culinaria: la famosa Rana Verde —connotado en los ochentas— y El Mirador, en la terraza del edificio frente a la Escuela Naval. El primero está instalado en un muelle sobre el mar, mientras que el segundo ofrece una panorámica de todo Cantolao.
Y si lo que le gustan son los huariques, no puede dejar de pasar por Papy Ricky, en Chucuito. La leche de tigre chalaca es sin duda la más famosa del primer puerto: un licuado contundente “con su pota más”, que resucita al más golpeado. De las decenas de locales en La Punta, después de pasar por varios, El Frontón es el mejor si lo que busca es la posta tradicional de choros más cebiche para cerrar con chicharrón de calamar.
Pero si prefiere algo más aventurero, pruebe los wantanes con pulpa de cangrejo o el chicharrón punteño de Manolo, ambos dulces y hasta funcionan de postre, o el ceviche parrillero de Donde Yolo, es decir: cebiche a la parrilla, ideal para el invierno, aunque usted no lo crea.
Y si ya llegó a la noche, por favor, prueba la pancita y los picarones de las Anticucheras, también en La Punta. Hay varios locales, pero el que no falla nunca es Juanita. Mención especial merece el famoso El Oscar, que comenzó en una carretilla en la avenida La Marina, fija parada de los jugadores del Boys. Ya ascendió a estatus de restaurante, cerca del lugar donde se ubicaba —pasando la compañía de bomberos de La Marina y volteando a la derecha—, pero mantiene el sabor carretillero de sus conchas negras. Las prepara puras, con pescado o mixtas. Está, además, bastante cerca de San Miguel, como para una pasada rápida. Si lo conoces, no dejarás de regresar.
Los chalacos, el mar y su comida
A diferencia de los limeños —con el perdón de los chorrillanos por la generalización— que contemplan el océano desde arriba del acantilado o deben trasladarse a muchos kilómetros para pasar un día de playa, la relación del chalaco con el mar es horizontal, de encuentro al final de una calle. Y eso se traduce en su cultura culinaria y en dos de sus platos típicos: los choritos a la chalaca y el pan con chimbombo, que son preparaciones simples y baratas. Los choritos a la chalaca se basan en un molusco abundante, sazonado con cebolla, tomate y choclo, con bastante limón y bien picante. El pan con chimbombo combina el pan francés con un pescado popular (pejerrey) arrebozado y acompañado, por supuesto, con sarsa criolla.
Texto: Fabrizio Tealdo Zazzali