¿Batán o licuadora? Conoce las 3 razones para elegir la primera

¿Puede el milenario artefacto superar al moderno electrodoméstico? Acá hay tres ventajas en las que el batán hace puré a la licuadora.

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Batán Vs. Licuadora

El batán tiene un pasado milenario, pero no es exclusivo de la región andina. El nombre tampoco es nativo del Perú, pero no hay nada más peruano que una salsa de ajíes hecha en batán. Muchos, sostienen, además, que en él reside el secreto de la sazón de las picanteras... Nada como una ocopa hecha con la receta tradicional, ¿no?

¿Pero qué es el batán?

Nacido de las montañas andinas, erosionado por los ríos durante miles de años hasta adquirir la forma perfecta, el batán consta de dos piezas: una base fija —el batán— y otra media luna. Hay que saber escoger estas piedras para que su punto de encuentro sea perfecto y la molienda salga pareja. El peso de las piezas es clave en el batán, para que el trabajo dependa más del equilibrio que de la fuerza de los brazos. 

Dos piedras con distinto origen, unidas para proveernos placeres furtivos.    Dos piedras con distinto origen, unidas para proveernos placeres furtivos.

Pero, ¿puede este artefacto doméstico milenario que trabaja a puro músculo, competir contra la licuadora, una máquina con apenas décadas que funciona con cuchillas de acero inoxidable que giran a miles de revoluciones por minuto? La modernidad, sin duda, tiene sus ventajas. Hay miles de elaboraciones que serían imposibles si usamos solo dos piedras. Pero, ¿tiene el batán beneficios que no tiene la licuadora? Veamos...

Solo el peso de la piedra y la fuerza de los brazos.   Solo el peso de la piedra y la fuerza de los brazos.

1. No necesita líquido

Para que la licuadora pueda hacer su trabajo, necesita siempre un chorrito de agua o aceite, o cualquier otro líquido, que sirva para “soltar” la mezcla. Si no, se queda girando sobre su eje calentando motores sin hacer nada. El batán, en cambio, no necesita nada, y si se le agrega, es porque la preparación requiere más soltura. Con el batán, las salsas salen, literalmente, en su propio jugo. Sin aditivos. Por ello, además, puede servir para hacer harina de granos.

Con el batán se puede hacer harina de menestras y granos.    Con el batán se puede hacer harina de menestras y granos.

2. Ofrece sabores más puros

¿Por qué es que las picanteras arequipeñas mantienen activos sus batanes y sus conchas —las cocinas con leña—, en una época en la que hay artilugios electrónicos que prácticamente cocinan solos? ¿Como decíamos antes, puede una ocopa preparada en un batán competir en sabor y textura contra otra elaborada en un electrodoméstico con 20 velocidades? Esa es, precisamente, la gran ventaja del batán. Así como hay sabores que solo se logran cocinando con leña y en ollas de barro, no hay licuadora o artefacto eléctrico que pueda competir con las manos que muelen en batán. Saber y sabor, le dicen, cocina tradicional. Ese algo que solo se logra en la perfección de la precariedad. 

Ese chorrito para que trabaje la licuadora marca la diferencia.   Ese chorrito para que trabaje la licuadora marca la diferencia.

3. No necesita electricidad

Con esta premisa, el batán definitivamente le gana a la licuadora. Sin electricidad, la licuadora tiene menos utilidad que una vela sin fuego. Con el batán, durante miles de años, los hombres y mueres han podido moler granos —para hacer harinas—, frutos y hierbas para elaborar sus comidas en ausencia de corriente. De la misma forma como la leña sigue vigente en lugares a donde no llegan las cocinas a gas, el batán se mantiene vivo —y reina— en las cocinas más tradicionales. Algunas se resisten, incluso, a sucumbir ante el embate de la modernidad.

Pero claro, al final todo es cuestión de gustos. Y tú, ¿has usado alguna vez un batán o su hermano menor, el mortero? 

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