¿Estás guardando el pollo de forma segura? Esto es lo que no te dicen sobre cómo almacenar el pollo crudo y cocido
Descubre cómo guardar el pollo para evitar que se eche a perder y pongas en riesgo tu salud.
Evelyn Camarena
Es común que cuando compramos pollo crudo lo coloquemos en el refrigerador para conservar su frescura. Sin embargo, muchos tienen la costumbre de guardarlos con la bolsa que les dieron en el mercado, lo cual representa un riesgo para la seguridad alimentaria. Una situación similar ocurre con el pollo cocido, se acostumbra a almacenarlo en la olla, plato o tupper, sin saber que todos estos errores comprometen tu bienestar. Por ello, en esta nota, te enseñamos cómo mantener esta proteína en buenas condiciones.
¿Cómo conservar el pollo crudo correctamente?
En primer lugar, es importante observar el pollo que se adquiere en diferentes puntos de venta. Por ejemplo, este debe tener un color uniforme, de textura firme y húmeda, sin olor desagradable. Si presenta manchas verdes o grises, junto con un aroma putrefacto y textura viscosa. ¡Deséchalo!
Cuando te encuentres en casa, divídelo en piezas y guárdalas en recipientes herméticos y llévalo al refrigerador para preservarlo durante dos días. Si no se va a consumir en ese tiempo, lo ideal es trasladarlo al congelador para alargar su vida útil.
¿Cómo conservar el pollo después de cocinarlo?
Si hemos cocinado el pollo también debemos guardarlo con cuidado en el refrigerador. Para esto, emplea recipientes cerrados para evitar la contaminación cruzada con otros productos crudos. Si deseas conservarlo por hasta tres meses, colócalo en el congelador. Ojo, antes de hacer este procedimiento el pollo debe estar completamente frío. Otra alternativa es sumergirlo en aceite o grasa para que dure en buen estado varias semanas.
Cuidados a tener en cuenta
Para el pollo crudo y cocido es importante la higiene. Así que no olvides lavar tus manos antes y después de refrigerarlos, desinfectar el área y los utensilios usados, así como evitar el contacto con otros alimentos para prevenir el desarrollo de microorganismos como la salmonella, cuya ingesta puede causar intoxicación alimentaria.
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