Lo que tiras del pollo es el truco mejor guardado de los chefs
Esta parte del pollo es uno de los secretos mejor guardados por los chefs para dar más sabor a sus platos. Descubre de qué se trata y cómo prepararlo paso a paso en casa.


¿Te has preguntado por qué la comida en los restaurantes sabe mejor? Es por trucos simples como este, que marcan la diferencia. El creador de contenido gastronómico Diego Domínguez (@deigodoa) reveló el secreto para lograrlo: la piel del pollo. Esa piel que suele ir directo a la basura cuando cocinas en casa, en los restaurantes se convierte en oro puro. Los chefs la transforman en schmaltz, una grasa infusionada con un sabor tan profundo y sabroso que podría hacer que hasta unas verduras hervidas sepan delicioso.
¿Qué es el schmaltz y por qué deberías probarlo?
El schmaltz es una grasa tradicional que se usaba en la cocina judía de Europa Central y del Este. Surgió como una alternativa a la mantequilla en platos donde, por temas religiosos, no se podía mezclar lácteos con carne. Gracias a su sabor intenso y su capacidad para realzar cualquier comida, se sigue utilizando en todo el mundo.
Se obtiene de la grasa de pollo (o ganso) y era común verla en guisos, panes, sopas o incluso untada sobre pan como si fuera mantequilla.

¿Cómo hacer schmaltz en casa?
Súper fácil. Solo necesitas piel de pollo y un poquito de aceite. Córtala en trozos pequeños y cocinala a fuego medio en una olla con un par de cucharadas de aceite. El aceite de girasol puede funcionar bien. Poco a poco, la grasa se va derritiendo, la piel se dora y tu cocina empieza a oler como si estuvieras en un restaurante de lujo.
En unos 45 minutos, tendrás un líquido dorado que puedes colar y guardar en la refri por una semana, o congelar en porciones. Verás que queda la piel crujiente, pero no la tires a la basura. Puedes triturarla con sal y usarla como topping crocante para ensaladas, cremas o arroz.

¿Para qué sirve el schmaltz?
Una sola cucharadita de schmaltz puede mejorar el sabor de cualquier plato. Es perfecta para saltear verduras, darle profundidad a una sopa, cocinar arroz o hasta untarla sobre pan tostado. Su sabor realza todo sin necesidad de añadir carne ni mil condimentos. Incluso es un gran ingrediente en platos vegetarianos.
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