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Dieta sin harinas: el cambio que tu cuerpo podría necesitar

La dieta sin harinas ha ganado popularidad entre quienes buscan perder peso y mejorar su salud. Este enfoque promueve la reducción de harinas refinadas, priorizando alternativas más nutritivas.

Seguir una dieta sin harinas genera diferentes cambios en el organismo. Fuente: Pexels.
Seguir una dieta sin harinas genera diferentes cambios en el organismo. Fuente: Pexels.
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¿Es posible llevar una dieta sin harinas? Comúnmente, cuando se busca perder peso o mejorar la salud en general, la primera recomendación es reducir el consumo de harinas o —en el mejor de los casos—, dejar su ingesta y reemplazarla. Pero, ¿cómo esto mejoraría el rendimiento del organismo?

De acuerdo con los datos recopilados por Mayo Clinic, reducir el consumo de harina si podría presentar ventajas para el organismo. No obstante, se deben respetar ciertas condiciones.

Una dieta sin harinas

Diversos estudios como el realizado por el Hospital Universitario Miguel Cervet de Zaragoza, indican que restringir alimentos ricos en almidones ayuda a prevenir el desarrollo de diabetes y favorece a una mejor regulación de la presión arterial. Estos factores son relevantes en la prevención de enfermedades cardiovasculares.

Eliminar las harinas refinadas puede llevar a una pérdida de peso significativa al reducir la ingesta de calorías.    Eliminar las harinas refinadas puede llevar a una pérdida de peso significativa al reducir la ingesta de calorías.

Por otro lado, uno de los efectos positivos al dejar de lado las harinas, es el control del apetito. Una dieta baja en carbohidratos y alto en harina integral o legumbres da como resultado una mayor sensación de saciedad. En pocas palabras, esto puede ayudara disminuir el consumo de otro alimentos a lo largo del día, y, ¡así tener una alimentación más equilibrada!

Del mismo modo, al reducir el consumo de harinas procesadas, se presenta una disminución en la producción hepática de grasas, impactando de manera directa en la reducción de los triglicéridos. Al mismo tiempo, se regula la presión arterial, un aspecto importante en la protección de la salud cardiovascular.

Cómo seguir una dieta sin harinas

Tomar la decisión de abandonar las harinas no es un acto que se pueda realizar de un día para otro. Todo depende de un proceso cuidadoso para asegurar la calidad nutricional de la dieta y el éxito de las recetas diarias. En este punto, muchos se preguntan, ¿cuál sería el mejor reemplazo?

Una de las opciones más recomendadas por Mayo Clinic son las harinas integrales; dado que conservan todas las partes del grano: salvado, germen y endospermo. Son aquellas quienes aportan proteínas y fibra, además de ser fuente de vitaminas y minerales. A diferencia de las harinas comerciales, su composición beneficia al sistema digestivo y alarga la sensación de saciedad.

Sin embargo, no son la única opción. Las harinas de legumbres también son una excelente opción para aquellos que buscan aumentar el consumo de proteínas y reducir la presencia de carbohidratos simples en la dieta. Por otro lado, las harinas de frutos secos ofrecen grasas saludables y contribuyen al balance nutricional, además de darle sabor y textura diferenciadas.

Existen diferentes tipos de harinas para una alimentación más equilibrada.   Existen diferentes tipos de harinas para una alimentación más equilibrada.

Reducir o no el consumo de harinas a cero

Muchos especialistas coinciden en que el consumo excesivo de harinas refinadas puede resultar perjudicial; no obstante, suprimirlas totalmente puede provocar desequilibrios en la salud. Y es que los carbohidratos presentes en las harinas son la principal fuente de energía para el organismo.

Por ende, al quitarla por completo de la alimentación diaria, el cuerpo experimenta una caída en la entrada de carbohidratos. Tal reducción se refleja en fatiga, menor rendimiento físico y sensación de debilidad, sobre todo durante las primeras semanas. Estudios realizados por la Universidad de los Andes, advierte que los cambios en el metabolismo puede generar el "síndrome de abstinencia"; produciendo, a su vez, dolor de cabeza, agotamiento e irritabilidad.

En términos generales, una restricción estricta de carbohidratos puede afectar el desempeño mental y físico. Por tanto, la mejor opción sería reducir su consumo de manera que nuestro organismo lo pueda manejar. Para una recomendación más acertada, lo ideal es contactar con un médico.

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