Un estudio científico revela que consumir agua embotellada podría hacer que una persona ingiera hasta 90.000 partículas de microplásticos
Los expertos advierten que el agua embotellada puede tener hasta el doble de microplásticos que otras fuentes, un dato que ha encendido las alarmas por sus posibles efectos en la salud.


Un estudio científico reciente, citado por WIRED, reveló que consumir agua embotellada puede llevar a que una persona ingiera hasta 90.000 partículas microplásticas adicionales al año en comparación con quienes usan botellas reutilizables o agua purificada. Estas diminutas partículas, liberadas por los envases de plástico durante el proceso de embotellado, almacenamiento y transporte, ingresan al organismo de manera imperceptible y se acumulan con el tiempo. Los investigadores advierten que el agua embotellada contiene el doble de microplásticos que otras fuentes purificadas, lo que plantea serias preocupaciones sobre su impacto en la salud.
Hallan microplásticos y nanoplásticos en el agua embotellada: una alerta sobre lo que bebemos
Los análisis recientes revelaron la presencia de microplásticos (partículas entre 1 micrómetro y 5 milímetros) y nanoplásticos, aún más pequeños, en diferentes muestras de agua. Aunque los científicos todavía no logran determinar con precisión cómo afectan al organismo, su presencia constante genera preocupación.

El informe señala que la falta de normas claras y métodos estandarizados de medición impide conocer el verdadero impacto en la salud humana. Aun así, los resultados son contundentes: el uso desmedido de envases plásticos no solo agrava la contaminación del planeta, sino que también convierte al agua embotellada en una fuente directa de exposición a estas diminutas y potencialmente dañinas partículas.
Los efectos del microplástico en el cuerpo aún son un misterio
Detectar microplásticos y nanoplásticos no es tarea sencilla: se necesitan equipos y métodos altamente especializados. Algunos análisis logran ver las partículas más diminutas, pero no pueden identificar de qué tipo de plástico se trata, mientras que otros determinan su composición, aunque no detectan las más pequeñas.

Una vez que entran en el organismo, estos fragmentos microscópicos pueden llegar al torrente sanguíneo y desplazarse hacia distintos órganos. Diversas investigaciones los han relacionado con inflamaciones crónicas, estrés celular y posibles alteraciones en los sistemas hormonal, nervioso y reproductivo. Incluso se sospecha que podrían estar vinculados con el desarrollo de algunos tipos de cáncer, aunque todavía no hay conclusiones definitivas.
Además, cuando las botellas de plástico se exponen al sol o se reutilizan demasiadas veces, sus materiales se degradan y liberan microfragmentos que terminan en el agua.
Las botellas plásticas siguen fuera del control legal
Aunque varios países han empezado a limitar el uso de plásticos desechables como bolsas o pajillas, las botellas aún quedan fuera de la mayoría de las regulaciones, pese a ser una de las principales fuentes de contaminación y riesgo para la salud.

En lugares como Canadá o Estados Unidos existen iniciativas locales para reducir su producción o promover su reutilización, pero todavía no hay un acuerdo global que regule su fabricación ni controle la liberación de microplásticos.
Esta falta de normas muestra un problema más grande: la contaminación plástica no solo daña al planeta, también amenaza la salud pública.
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