Los 3 peores hábitos en la cocina que dañan tu salud y arruinan tus comidas
Algunos hábitos cotidianos en la cocina, aunque parezcan inofensivos, pueden arruinar tu salud y el sabor de tus preparaciones.


Cocinar es una actividad que realizamos en el día a día, y durante este proceso, hay ciertos hábitos que forman parte de nuestra rutina al preparar los alimentos. Desde utilizar la misma esponja por un largo periodo de tiempo para lavar los trastes, hasta preparar diversas soluciones con productos de limpieza que están hechas con sustancias químicas para limpiar la suciedad y eliminar las bacterias de la cocina, sin conocer los riesgos. Incluso algo tan simple como dejar la puerta del refrigerador abierta por un momento cuando necesitamos seleccionar carnes, verduras, frutas, bebidas o salsas para nuestras recetas, puede traer consecuencias inesperadas. A continuación, te explicamos la razón.
Los 3 peores hábitos en la cocina
1. Usar la misma esponja de cocina
La esponja es una de las herramientas indispensables en la cocina, se usa para lavar los vasos, platos, tenedores, cucharas, cuchillos y otros utensilios. Sin embargo, muchos tienen la costumbre de usar la misma esponja y no cambiarla con regularidad. Esta acción hace que la esponja se convierta en un caldo de cultivo para bacterias y hongos, debido al contacto constante con restos de comida, grasa y, sobre todo, humedad al aplicar lavavajillas y agua para remover la suciedad y dejar los utensilios limpios. Incluso, hay algunos que emplean la misma esponja para fregar los tubérculos y quitarles la tierra antes de cocerlas.
Lo mejor es cambiar la esponja de cocina cada dos semanas. Si la utilizas para lavar otros alimentos, puedes tener otra esponja para reducir el riesgo de infecciones alimentarias.

2. Mezclar cloro con lavavajillas
Este hábito es muy peligroso, ya que muchas personas lo cometen al limpiar y desinfectar la cocina, sin saber los efectos adversos que puede desencadenar. El cloro está elaborado con una solución de Hipoclorito de Sodio, al 6% disuelto en sosa (Hidróxido de Sodio), lo que lo convierte en un potente desinfectante. Pero al combinarlo con otros productos de limpieza como el lavavajillas, puede liberarse gas cloro que, con solo una mínima exposición, ocasiona problemas respiratorios y oculares. Las consecuencias son peores cuando esto se realiza en ambientes cerrados, debido a que puede dificultar la respiración, causar mareos y dañar los pulmones. Por ello, es importante leer las instrucciones de cada producto para evitar accidentes.

3. Dejar abierta la puerta de la refrigeradora
Aunque parezca una acción inofensiva, no solo afecta la conservación de tus alimentos, sino que también puede afectar tu recibo de luz. Cuando abres la puerta de la refrigeradora, el aire frío que estaba dentro se escapa. Esto afecta especialmente a la zona menos fría, que es más susceptible a los cambios de temperatura. Como resultado, los alimentos ubicados en esa área, como las bebidas y los productos lácteos (como la leche y el yogurt), pueden verse afectados. Al romper la línea de frío, estos pueden reducir su vida útil e impactar económicamente al desecharlos antes de tiempo.
Asimismo, al dejar la puerta del refrigerador abierta, el motor de este aparato debe trabajar más para mantener la temperatura adecuada, lo que implica un mayor consumo de energía. Este consumo extra puede reflejarse en tu recibo de luz.
Cabe mencionar que es importante revisar los sellos de la puerta de la refrigeradora (las gomas que se encuentran al borde del electrodoméstico) con regularidad, ya que actúan como una barrera para que el aire frío se conserve y no se escape. También debes mantenerlos limpios para eliminar la suciedad y residuos acumulados que interfieran con su capacidad de sellado. Usa un paño suave y húmedo, y evita productos abrasivos que puedan dañarlos.

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