El suri: ¿comerías este delicioso y nutritivo gusano amazónico?

Los gusanos no están en la lista de lo platillos más populares del mundo, pero sí en la Amazonía. Al fin y al cabo, la comida es una fenómeno cultural y social. Y así como hay comunidades acostumbradas a comer pequeños roedores —cuyes—, hay otras que se emocionan ante el aroma de unos bichos rastreros a la brasa. 

Los suris se venden en puestos callejeros de nuestras ciudades y poblados amazónicos como los chapulines en México. Pero lo que hoy se concentra en algunas comunidades, puede llegar a ser la clave para la alimentación de la especie humana en el futuro. Proteína de la buena, pero en la forma de un insecto. ¿Qué dices? ¿Puedes basar ese bocado si la vida dependiera de ello?

¿Qué es el suri?

Se trata de la larva del Rhynchophorus palmarum L., un escarabajo que es considerado una "plaga" en los cultivos de palma amazónicos, pero que en su etapa de larva son un manjar. Tienen un color crema, miden entre 3 y 5 cm, y se alimentan de los troncos del aguaje, el palmito y el pijuayo, árboles comestibles de la Amazonía peruana. Así, lo que para algunos es plaga, para otros es comida; y no solo eso: también medicina, ya que las grasa del suri se usa para los males bronquiales en la medicina tradicional. 

¿Cómo se come?

Debido a que la fuente donde se encuentran los gusanos está al alcance de la mano —árboles caídos, príncipalmente—, es muy común comerlos vivos, frescos, recién cosechados. Solo se les quita la cabeza y se come el resto. Así, crudos, tiene una textura más cremosa, pero su sabor siempre será a madera, como el maní o la castaña. Una vez cocido, sea frito en su grasa, o a la brasa, estos sabores se concentran. A lo crocante de su piel, se suma un sabor a frutos seco y mantequilla.   

Valor nutricional

Debido a que se alimentan exclusivamente de estos árboles, los suris son ricos en nutrientes: proteínas, grasas, vitaminas y minerales. De ahí que muchas comunidades y etnias amazónicas lo tienen como fuente de proteínas de alto valor biológico: 10% de su peso es proteína y 20%, grasa. Si consideramos que su costo es muy bajo, y que en muchos lugares se consigue casi gratis (recolección), es una fuente de nutrientes muy accesible. 

El futuro

El cambio climático sumado al aumento de la población mundial están poniendo en jaque la seguridad alimentaria del futuro —ya no tan lejano—. En este contexto, los insectos se han convertido en la promesa de un futuro posible. A medida que los alimentos de mayor consumo empiecen a escasear, los insectos serán el nuevo recurso. Quién sabe; quizás muy pronto nos veamos todos comiendo suris.